1T – 2022
Cuando parecía que, por fin, estábamos dejando atrás la pandemia tras dos largos años (con la notable excepción de China) y seguíamos con un crecimiento económico todavía sano, el 24 de febrero saltó la noticia de la invasión de Ucrania por Rusia. Sin ninguna duda lo más importante es el lado humano del conflicto pero aquí nos tenemos que enfocar en el lado económico. Y el principal elemento económico es que ambos países son clave en la producción y distribución de materias primas en general y energéticas en particular. Si ya veníamos arrastrando desde el año pasado mucha presión en los precios de la energía, esto no ha hecho más que empeorar la situación.
El reflejo en los datos de inflación ha sido inmediato así como la reacción de los bancos centrales. Liderados por la Reserva Federal, el cambio de discurso ha sido radical desde la “temporalidad” de la alta inflación de hace unos meses al actual mensaje muy agresivo para parar la escalada de precios. El reflejo en lo que los mercados descuentan a futuro para los tipos de intervención y en los tipos de interés a largo plazo también ha sido muy rápido. La principal referencia, el bono a 10 años del gobierno de EE.UU., subió desde el 1,51% hasta el 2,34% en el trimestre.
Y las consecuencias negativas de este nuevo escenario de tipos en las bolsas globales también han sido claras. Con tipos más altos, el múltiplo a pagar por cualquier empresa tiene que bajar y, por lo tanto, su cotización. El índice mundial de bolsas (MSCI ACWI) caía un -5,7% en el trimestre.
La volatilidad se ha instalado definitivamente en los mercados. Una vez asumidos un nivel de inflación bastante más elevado, el nuevo discurso de los bancos centrales y la situación de tipos más altos, los agentes del mercado están en plena “lucha” sobre si todo esto meterá a la economía global en recesión o, por el contrario, la situación se podrá saldar sólo con algo menos crecimiento. En este segundo caso el impacto sobre los resultados empresariales no será significativo y las bolsas podrían ir recuperando poco a poco. Pero si entramos en recesión, los resultados de las empresas en general sufrirán, lo que implicará una caída de sus cotizaciones y más caídas en las bolsas.
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