2020
Parece que desde entonces han pasado varios años y no solo varios meses, pero cuando a finales de 2019 todos escribíamos sobre el panorama para 2020, los asuntos que abarcaban los titulares de los informes eran la guerra comercial iniciada por EE.UU. con los aranceles y su posible evolución, las elecciones presidenciales norteamericanas de noviembre y el eterno culebrón del Brexit. Fue el mismo 31/12/19 cuando las autoridades municipales de una desconocida ciudad china notificaron a la OMS varios casos de neumonía con causa desconocida. Como se suele decir, el resto es historia.
El efecto económico de las medidas para luchar contra la pandemia ha sido una de las mayores caídas históricas del PIB global. La respuesta de las autoridades monetarias y fiscales ha sido inmediata y muy agresiva. Por el lado de las políticas monetarias, los principales bancos centrales llevaron los tipos de intervención a cero o incluso a negativo e implementaron medidas para inyectar liquidez masivamente en el sistema financiero. En cuanto a las políticas fiscales, los gobiernos han disparado el gasto público relacionado con ayudas sociales y empresariales, dejando abultados déficits públicos y ratios de deuda pública en máximos históricos en muchos casos.
El comportamiento de los mercados en este año podría calificarse de muy sorpresivo si no tuviéramos en cuenta el carácter básico como mecanismo de descuento de estos. Las bolsas globales (MSCI World) acabaron el año claramente en positivo (+14%) y la excepción fue Europa que, con una economía ya más ralentizada antes de la pandemia y una distribución sectorial que tampoco ha ayudado, terminó ligeramente en negativo. Pero para llegar hasta ahí tuvimos que pasar un final de febrero y un marzo sencillamente escalofriantes donde el índice de bolsas mundiales llegó a bajar en un mes más de un 34% llevándonos a niveles no vistos desde 2015-2016.
En cuanto a los tipos de interés, las decididas actuaciones de los bancos centrales llevaron a los bonos del gobierno a bajar claramente la rentabilidad ofrecida. El bono del gobierno norteamericano a 10 años pasó del 1.92% al 0.91% y el del gobierno alemán también a 10 años del -0.19% al -0.57%. Los diferenciales de crédito de los distintos tipos de bonos sufrieron una fortísima corrección en marzo que se fue corrigiendo desde abril dejando los niveles de final del ejercicio solo ligeramente por encima de donde empezaron.
El dólar se depreció contra el Euro, algo no visto en los dos años anteriores, cerca de un 9%. Esto hizo que cualquier inversión en activos denominados en USD sin cubrir diera una rentabilidad en EUR sensiblemente inferior a la original.
En cuanto a las materias primas, el petróleo cayó más de un 20% pero también con sorpresas ya que durante varios días y por factores técnicos de coste de almacenamiento, al haberse desplomado la demanda por los confinamientos, los futuros estuvieron cotizando en negativo, hasta -40USD/barril llegamos a ver. En cambio el oro actuó de refugio y subió un 25% hasta 1.900USD/onza.
El final del año siguió brindándonos noticias que tendrán impacto en 2021 y años posteriores como el descubrimiento de vacunas viables, la victoria demócrata en Estados Unidos o el final del proceso del Brexit. A pesar de que a finales del año ya podemos ver algo de luz al final del túnel, este año tan fuera de lo común ha puesto de manifiesto que varias tendencias económicas y sectoriales se han consolidado y van a estar con nosotros muchos años: desde la creciente importancia de la tecnología en nuestras vidas hasta la concienciación sobre las inversiones sostenibles y su impacto sobre las energías renovables, pasando por el evidente papel clave del sector salud.
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